miércoles, 26 de enero de 2011

La herencia hispana en el Limarí


Cuando ya se han cumplido más de cinco siglos de la llegada de Colón a nuestra América, conviene repensar en el hondo significado de este acontecimiento, decisivo para la conformación de las naciones americanas del Sur.

Particularmente, en lo que toca a nuestro país y específicamente a la región de Coquimbo, se han ido afincando en el imaginario colectivo, mitos en torno a nuestro componente hispano, que conviene aclarar para nuestra sanidad identitaria.

En la actualidad, la profusión informativa y el alcance generalizado que tiene ésta por la influencia de la televisión e internet, han producido una percepción revisionista y contestataria de la influencia hispana en nuestro suelo.

La masa permeada por un afán iconoclasta impulsado por los medios, no logra digerir bien una problemática que es compleja y contradictoria en su origen, la cual debe ser examinada desde la perspectiva correcta: la época y filosofía que en el siglo XVI impulsó la conquista, no para justificarla, pero sí para entenderla.

Hemos constatado, como de generalizado está el pensamiento, que los conquistadores venidos a nuestro país, eran personas deleznables, pertenecientes a la estirpe carcelaria de España, traídos obligadamente a la aventura de Colón. La verdad, es que los venidos con don Cristóforo no fueron los mismos que se aventuraron al valle de Chile. Hubo un lapso de 49 años entre ambos acontecimientos, y naturalmente los que llegaron a San Salvador en 1492, no tuvieron mucho que ver con la conquista de Chile de 1541. De cualquier modo, tampoco al decir esto estamos avalando la afirmación de que la tripulación de Colón fueron presos de las cárceles, sobre todo cuando ahora último se afirma que éstos fueron mayoritariamente sefardíes, los que así obtuvieron una salida encubierta por el genovés, supuestamente de igual origen étnico. Recordemos que los reyes católicos habían determinaron la expulsión de los judíos de la península ibérica este mismo año de 1492.

Los conquistadores venidos con Valdivia en 1541, eran en un 80% hidalgos de antigua prosapia guerrera extremeña. Paradójicamente, no serán éstos en general, los que van a constituirse en la simiente fundacional de nuestra región, siendo otros inmigrantes hispanos, venidos a posteriori del cruento período inicial de 1551 a 1600, quiénes efectivamente extenderán su progenie en el antiguo Corregimiento de Coquimbo y en los valles limarinos.

La segunda inmigración hispana y posteriores, ya no vinieron con la avidez encegadora del oro, fueron en realidad colonizadores, quiénes en forma pacífica y conciliadora, formaron la base agnaticia que conforma nuestro ancestro, donde naturalmente también se incluye los genes indoamericanos propios de nuestros pueblos originarios.

Así, el fundador de los Barraza don Juan, tuvo el cargo de Protector de indígenas del valle de Elqui y su hijo, el capitán Antonio Barraza Crespo, llegado el año 1638 a las tierras que después llevarán su nombre, se destacó por su afán altruista, respetuoso de habitante originario y un hombre visionario por la introducción del primer molino de trigo en el sector. La herencia de este defensor acérrimo de sus tierras aún beneficia a los habitantes del lugar, específicamente a los participantes de la Comunidad de altos .

También el malagüeño capitán Diego Pizarro del Pozo, fundador de esta familia en el Limarí y llegado a la capitanía general de Chile en 1608, fue un hombro probo, generoso y visionario. Sus conocimientos de viticultura introdujo grandes mejoras a esta actividad en el Limarí Bajo, y su extensa descendencia constituye un ancestro básico en la composición de la gran mayoría de familias de este Valle.

Por su parte el teniente Lope de Araya, dueño de la estancia de Punitaqui y fundador de esta familia en Limarí, nieto del madrileño Lope de Erazo llegado a La Serena en 1590, inicia el mestizaje legalmente constituido al contraer matrimonio con Antonia Chacana Inguilla, indígena libre, en Barraza el año 1670. Sus descendientes fueron dueños de la hacienda Las Damas por más de dos siglos.

Casos similares los encontramos en el extremeño Vasco Hernández Godínez, fundador de la familia Galleguillos de Pachingo, y vecino de La Serena desde 1670; Sebastián Pérez de Carvajal, también extremeño, fundador de los Carvajal en el Limarí Bajo, donde sus tierras fueron llamadas el Valle de los Carvajales, que es correspondiente a la actual Comunidad de Peñablanca, fallecido el año 1643. También, es el caso de los capitanes Lucas de Santander y Agustín Salfate, llegados a Huamalata en 1658 y 1680, progenitores de estas tradicionales familias de Peñablanca y La Chimba , respectivamente.

A finales del siglo XVII, arriban Basilio de Egaña y Antonio Contador Ponce de León, iniciadores de estas familias en la región. También esta fecha fundan familias Pedro de Urquieta, Felipe de Elgueta y Juan de Huerta. Más adelante lo harán Francisco de Rivera Peñafiel , los franceses Marino Gerard de Puentes, Dionisio de La Fert y Francisco Malebranne y los italianos Francisco Casanova, Francisco de Perina y Quintavalle, fundadores de las familias hoy nombradas Peñafiel, Jeraldo, Lafferte, Malebrán, Casanova y Perines, respectivamente. Entre muchas otras que sería muy largo expresar.

Toda esta gente, extendió su descendencia ampliamente, la que en su mayoría derivó a las clases media y baja de nuestros valles. A ellos les debemos el apellido, la cultura y la fe. No fueron diezmadores de la población indígena, la gran mayoría no tuvo encomiendas sólo indígenas de servicio, quiénes recibían sueldos por sus labores de pastor, labrador o peón minero.

Por ser nuestros antiguos abuelos, les debemos respeto y no es justo que abominemos de los mismos, esto no significa que neguemos nuestro ancestro indígena, también nuestras abuelas, que nos legaron el color de la piel y su sabiduría. En definitiva, componentes mixtos que formaron nuestra identidad de limarinos.

martes, 26 de mayo de 2009

EL CACIQUE YUMBALA


Anterior a la llegada de la hueste hispana, existió en el valle del Limarí bajo, una población organizada que labraba la tierra y tenía sus sementeras en el valle, para lo cual había construido una toma y sacado una acequia que regaba las dichas tierras. En fecha anterior al año 1595, ejercía como gobernador de todo el valle el cacique nombrado Yumbala, quien tenía su pucará con sus correspondientes torres de piedra, el que se situaba cercano a la acequia nombrada en el plano bajo del valle. Este pueblo era reconocido con el propio nombre de Limarí y constituía una población diferente a su colindante Tabalí, la cual era gobernada por otro distinto cacique.

El primer documento que atestigua la presencia antigua de un pucará en el plano bajo del actual valle de Barraza, fue el referido a la merced de tierras otorgadas por el gobernador Alonso García Ramón a Gregorio de Quiroz, el que fue fechado en Santiago el 20-IX-1603.Aquí en parte del mismo se señala:

“Por cuanto y por petición de Gregorio de Quiroz, vecino morador de la ciudad de La Serena, se me ha hecho relación diciendo que para la labranza y crianza de ganados y en sustento de su casa, tenía necesidad de un pedazo de tierras que en el valle de Limarí, de esta parte del río, adonde antiguamente tuvieron un pucará los indios, que al presente tiene por encomienda el capitán Joan de Mendoza.”

Esto lo reafirma claramente Antonio Barraza Crespo el año 1641, quien decidió construir su primera casa en el sitio donde existiera el pucará del que en aquel año todavía quedaban testigos del mismo. En parte de una de sus alegaciones lo expresó como sigue:

“...consta y parece que Tabalí y Limarí no es una misma cosa y aunque el nombre de Limarí es genérico que comprende todo el dho.valle, hubo algún sitio en este quien tomó toda la denominación el valle, y este fue la estancia y sitio en que tuvo su pucará y pueblo el gobernador de todo el valle que se llamaba Yumbalá como lo muestran hoy los fuertes y pucarás que están en mi misma casa, cuales están apartados de inmemorial tiempo de la madre del río...

Alrededor del año 1595, correspondió al gobernador don Martín García Oñez de Loyola, entregar la población indígena que gobernaba Yumbala, como encomienda al capitán Joan de Mendoza Landa Buitrón y Pardo Parraguéz. El capitán Mendoza Buitrón trasladó esta población con cacique incluido, al pueblo de indios de Guamalata.



domingo, 24 de mayo de 2009

LA MAESTRANZA DE FF. CC. DE OVALLE


LA MAESTRANZA DE FF. CC. DE OVALLE

Aún cuando recién el año 1935 se inauguró la estación de ferrocarriles de nuestra ciudad, ya desde el año 1896 habíanse instalado tendidos de rieles que recorrían la zona hasta La Paloma en dicho año, y hasta San Marcos en 1911.

La necesidad de reparación que este medio de transporte requería, hizo que los gobernantes de la época determinaran en 1935 la instalación de una Maestranza que atendiera principalmente a la red norte de nuestro país.

Durante más de treinta años, la Maestranza llegó a transformarse en el primer Centro Industrial del Norte, constituyéndose en una verdadera escuela formativa, en cuyos talleres se especializaron en diversos oficios técnicos una gran cantidad de ovallinos, quiénes formaron sus familias al alero de esta recordada empresa.

La Maestranza fue la abastecedora de los implementos para el mejoramiento de rieles y trenes en la zona Norte, la segunda más importante de Chile. Fue fundamental en el desarrollo económico, cultural, social y deportivo de la ciudad en el siglo pasado.
En el año 1965, la maestranza tenía un personal que llegaba a las 320 personas, quiénes laboraban en Los Talleres de Fundición, Forja, Maquinarias, Armaduría, Calderería, Carrocería, Carpintería, Mecánica y aire, Electricidad, Cobrería, Soldadura Eléctrica, Pintura y Pañol.

Con el término del funcionamiento de Ferrocarriles del Estado, lo que ocurriera en los primeros años del gobierno militar, consecutivamente sería igualmente desmantelada la Maestranza de Ovalle, y con ello se fue una página imborrable en la historia de nuestra ciudad.

FUNDACIÓN DE LA VILLA DE OVALLE




FUNDACIÓN DE LA VILLA DE OVALLE

La carencia de centros urbanos en los márgenes del antiguo Corregimiento de Coquimbo, con la única excepción de la ciudad de La Serena, fue un hecho proverbial que caracterizara al período colonial en nuestra zona. Con el advenimiento de la República sin embargo, esta situación comienza a revertirse creándose las instancias necesarias que permitieron la fundación de las respectivas villas de Vicuña y Ovalle.

La población del valle del Limarí diseminada a lo largo y ancho de sus valles interiores, estaba -al decir de los argumentos esgrimidos por los impulsores de la creación de la villa- ”expuesta a toda clase de carencias, tanto de justicia como de religión, siendo sus habitantes víctimas de monopolios y presiones ejercidos por los hacendados principales de dichos lares”2.

Estos antecedentes y otros fueron presentados por la Honorable Asamblea Provincial de Coquimbo,la que era presidida por don Jorge Edwards,médico inglés de gran prestigio en la zona,en nota al Intendente de Coquimbo don José María Benavente ,con fecha de 22 de abril del año 1831.Moción que tuvo favorable acogida en dicha autoridad quien remitiera estos antecedentes al supremo gobierno,quien respondiera afirmativamente de la creación de la villa mediante carta dirigida por don Manuel Carvallo al intendente en 7 de mayo de 1831.

Los terrenos destinados a la villa habían sido donados por doña Micaela Campos y Gabiño por sugerencia de su esposo don Juan Antonio Perry, de nacionalidad inglesa. Eran éstos parte de la antigua hacienda de Tuquí, propiedad que heredara don José María Campos y Galleguillos, padre de doña Micaela, de su tía doña Josefa Galleguillos y Rojas Carabantes3.

El sitio elegido cumplía con los requerimientos de equidistancia que la villa fundada debía de tener con los otros centros urbanos limítrofes, La Serena y Combarbalá, asimismo con los límites naturales del mar y la cordillera4.

Además de su condición de Villa,Ovalle pasaba a constituirse en cabecera del Departamento de igual nombre, cuyo territorio se extendía por el norte hasta la Cuesta llamada de Peralta o Las Cardas;por el sur limitaba con Combarbalá;por el oriente con la Cordillera de los Andes y, finalmente ,por el poniente con el Océano Pacífico.

Se le otorgó el nombre de Villa de Ovalle, en honor y gratitud de quien fuera Vice-Presidente de Chile, don José Tomás Ovalle y Bezanilla,el cual había fallecido en marzo de 1831.

LIMARÍ COLONIAL


LIMARÍ COLONIAL


El proceso histórico que se desarrolló en el Valle del Limarí desde los primeros años del periodo llamado la Colonia, estuvo marcado por las políticas-administrativas que impuso la corona española en las Indias americanas, las que en general fueron similares para todas las colonias. De esta manera en el sector hoy llamado del Norte Chico, la mayoría de las grandes extensiones de tierras llamadas en la Colonia de "pan llevar", por su posibilidad de siembra y riego, fueron otorgadas como mercedes de tierra a los principales conquistadores y sus descendientes en el siglo XVI.
Una vez asentado el propietario en sus haciendas, construido a su vez su casa patronal y lagar, la acendrada impronta religiosa de la época creaba las condiciones para el levantamiento del oratorio o capilla, necesidad que en el caso de poseer alguna encomienda menor de indios junto al dominio de servidumbre de antigua extracción africana, se tomaba imperiosa para la impartición de los sacramentos y el oficio religioso.
En el primer siglo colonial, la actividad económica estuvo centrada en la minería, donde el conquistador español utilizó la mano de obra indígena para extraer el oro de los lavaderos que en nuestra región se centraron en Andacollo. Agotados los lavaderos ya en el siglo XVII se traslada el foco a la agricultura y la población indígena comienza a recuperar sus índices demográficos, además que se inicia un creciente aumento del mestizaje que tendrá su mayor desarrollo en el siglo siguiente, ya instaurada la República independiente.

EDITORIAL


En la peregrina idea de establecer una red de descendientes de las antiguas familias de origen limarino, quiénes se contacten con este blog para iniciar un proceso diálogo con el pasado ancestral, de manera de conocer cuáles fueron nuestros antepasados, donde vivieron y cual fue la progenie que nos toca, hemos creado este espacio como una forma de proporcionar la información básica que nos devuelva nuestra prosapia originaria.

Invitamos especialmente a las personas que tienen un antiguo origen limarino ( abuelos, bisabuelos), los cuáles en su momento emigraron de la tierra generosa del Valle del Limarí, y extendieron su prole en otras ciudades o lugares de nuestro país como del extranjero.

La intención nuestra, en muchos casos, es lograr el dato que nos permita establecer el descendiente en varonía que hoy desconocemos, generalmente por las razones de emigración que antes detallamos.

Para ello proporcionaremos la información inicial de la familia original que inició el linaje que estudiamos.